El Inca Jungle Tour es, para mí, la mejor alternativa para subir al Machu Picchu.
Y, créeme, si viajas a Perú, visitar estas fascinantes ruinas incas será una de tus prioridades.
A lo largo esta excursión multiaventura de 4 días, realizarás descenso en BTT, rafting, trekking y zipline. Y, por supuesto, ascenderás al famoso Machu Picchu el último día.
Pero, como bien debes imaginar, hay más formas de ascender al Machu Picchu.
En este artículo te voy a contar cuáles son estas formas. Te explicaré por qué elegí hacer el Inca Jungle Tour. Y te contaré todos los detalles (y peligros) de esta intensa aventura.
¿Preparado?
Contents
- 1. ¿De qué formas se puede subir al Machu Picchu?
- 2. Descripción de los 4 días de aventura del Inca Jungle Tour
- 3. Preparativos e información práctica para realizar el Inca Jungle Tour y subir al Machu Picchu
- 4. Un último apunte sobre el Inca Jungle Tour, y por qué puede ser peligroso
1. ¿De qué formas se puede subir al Machu Picchu?
Todas las alternativas para subir al Machu Picchu parten desde Cusco, la gran ciudad más próxima.
Desde ahí, puedes optar por ir…
1.1. En tren hasta Aguas Calientes y luego a pie (o bus)
La primera subalternativa es tomar un autobús desde Cusco hasta Ollantaytambo (unas 2 horas por carretera). Y, desde Ollantaytambo, tomar el tren hasta Aguas Calientes.
Una vez en Aguas Calientes, puedes subir hasta el Machu Picchu a pie o en autobús (escuché que, desde hace un tiempo, ya no te dejan subir a pie, ojalá eso cambie próximamente).
Los tickets al Machu Picchu se pueden comprar online, y mejor hacerlo con antelación.
El transporte puedes comprarlo a través de Perú Rail, donde emiten un ticket combinado bus-tren desde Cusco.
Existe una segunda subalternativa, pero es mucho más cara.
Se trata del lujoso tren Belmond Hiram Bingham.
El billete incluye un bus que te lleva al hotel Belmond Río Sagrado (a 5 minutos del centro de Cusco). Desde allí, se toma el susodicho tren, que va directamente a Aguas Calientes.
Durante en trayecto se sirve comida y se realiza algún que otro espectáculo folklórico.
Todo por el módico precio de varios cientos de dólares.
Ya en Aguas Calientes, puedes subir al Machu Picchu de la misma forma que expliqué antes.
Un espectáculo folklórico a bordo del lujoso tren Belmond Hiram Bingham. Foto vía, Peruail.com
1.2. En un trekking organizado (Inca Trek, Salkantay Trek)
Existen varias rutas de trekking que empiezan en Cusco y terminan coronando el Machu Picchu.
Una de ellas es el famosísimo Inca Trek, de 4 días de duración. Ésta es la ruta más típica, y también la más turística y cara. No obstante, oí decir a muchos mochileros que no es la que tiene mejores paisajes.
Se recomienda reservar la excursión con varios meses de antelación, especialmente durante la temporada alta/seca (de marzo a octubre).
La temporada baja/lluviosa es en noviembre, diciembre y enero. En febrero la ruta está cerrada por mantenimiento.
El precio del Inca Trek oscila entre 500 y 700 euros por persona.
Otra ruta típica es el Salkantay, de 5 días de duración. Es menos turística y, por consiguiente, más asequible económicamente. Tiene fama de tener paisajes incluso más espectaculares que los del propio Inca Trek.
El precio oscila entre 250 y 350 dólares por persona. Como ves, son más días de ruta y cuesta la mitad que el Inca Trek.
Ejemplo de la ruta de 5 días del trekking Salkantay, vía Machupicchubuspackers.com
1.3. Inca Jungle Tour, y por qué me decanté por esta opción
Esta última opción es la que yo elegí: contratar el Inca Jungle Tour.
Esta alternativa también parte de Cusco, y permite coronar el Machu Picchu en 4 días/etapas
Lo interesante de esta opción es que, durante cada uno de estos 4 días, se hacen actividades diferentes, no se trata sólo de caminar.
Además, hacía pocos días que había realizado el trekking Santa Cruz , una formidable excursión de 4 días por los andes peruanos. Por tanto, tenía cubierto mi cupo de trekking y montañismo, y me apetecía una alternativa un poco más variada.
Encima, al ser diciembre (es decir, época de lluvias), había mayor riesgo de chapuzones y de tener peores vistas. Este hecho puede fastidiarte mucho más una actividad en la que sólo se hace trekking.
Para terminar, decirte que la actividad del Inca Jungle Tour cuesta alrededor de 300 dólares, y suele incluir en el precio la entrada al Machu Picchu.
Si también quieres subir al Wayna Picchu, hay que pagar un extra, puesto que las plazas son bastante limitadas.
A continuación, te cuento todos los detalles sobre el Inca Jungle Tour.
2. Descripción de los 4 días de aventura del Inca Jungle Tour
Mapa del Ingla Jungle Tour, vía Inkatrail.com. No hice la actividad con esta agencia, pero tienen una bonita web con un excelente mapa, así que lo tomo prestado y les regalo un enlace do-follow. Si alguien ha contratado sus servicios, que no dude en decirnos qué tal le fue en los comentarios.
2.1. Día 1. De Cuzco a Santa María. Bus, descenso en BTT y Rafting mortal
Parte 1. De Cuzco a Santa María. Bus y descenso en BTT
Por la mañana, un autobús de la agencia que contraté me vino a buscar al hostal. Iba únicamente equipado con una mochila de 30 litros, con lo básico (ver más adelante lo que debes llevar).
Las dos horas siguientes estuvimos recogiendo al resto de mochileros en sus respectivos alojamientos.
En total, acabamos siendo 14 turistas y 2 guías. Sin olvidar las BTT que usaríamos más tarde, que iban fijadas en el techo del vehículo.
De Cusco nos dirigimos hasta Abra Málaga, un paso montañosos situado a 4.350 metros de altura, donde paramos y nos equipamos para realizar nuestra primera actividad del día.
Fueron 3 horas de descenso hasta el pueblo de Santa María, ubicado a tan solo 1.250 metros. Es decir, 3.100 metros más abajo.
Las vistas eran espectaculares, y auguraban un plácido y precioso descenso.
Nada más lejos de la realidad.
La primera hora y media fue infernal: cero visibilidad y una intensa lluvia que, junto al fuerte viento que soplaba, me dejó completamente empapado y tiritando de frío. Cosas de viajar en época de lluvias.
Izquierda, descargando las BTT en Abra Málaga. Derecha, iniciando el descenso hacia Santa María
Por suerte, durante la segunda parte del descenso, la lluvia y el frío glacial de la montaña dejaron paso a un espléndido sol que nos fue calentando y despejando el paisaje.
Entonces sí pudimos disfrutar de las maravillosas vistas del valle, por donde trascurría el sinuoso camino que teníamos por delante. El trayecto, además, estaba gratamente embellecido por la espesa y frondosa vegetación del lugar, junto con las cascadas que la lluvia había formado, y que iban cayendo por las laderas.
Las maravillosas vistas del valle que lleva a Santa María, con sus sinuosas carreteras
Alrededor de las 2 de la tarde dejamos las bicicletas y subimos de vuelta al autobús, que nos había estado siguiendo durante todo el descenso, por seguridad.
Tras almorzar en Santa María, nos instalamos en nuestra pequeña posada, que tenía dormitorios compartidos para 6-8 personas y una coqueta sala de estar comunitaria donde pasar la tarde tranquilamente.
Para el resto del día nos propusieron 2 opciones. Relajarnos tranquilamente en la posada o bien ir al río Vilcanota (o Urubamba) y realizar un descenso en Rafting.
Elegí la segunda opción, sin ser consciente de que una tragedia estaba por venir.
Parte 2. El rafting de la muerte
Pasadas las 16 horas, un minibus vino a buscarnos y nos dejó en un puente, desde donde se podía bajar a un descampado situado al lado del río.
Allí nos juntamos 17 turistas, 3 botes de seis plazas y 3 guías.
El río Vilcanota estaba bravo, demasiado, pues había estado lloviendo últimamente. El aspecto del río, con grandes corrientes onduladas y fuertes rugidos, no invitaba a la navegación. Por ese motivo, 2 de los turistas decidieron no participar. Hicieron bien.
A los 15 valientes restantes nos dividieron en 3 grupos, y nos explicaron durante veinte minutos los conceptos fundamentales para remar, así como las maniobras básicas para sacar a un compañero del agua ofreciéndole el remo o echándole una cuerda.
-¡Esto es como un juego de niños! –pensé–. Si los guías nos permiten navegar es porque es seguro hacerlo. Error por mi parte.
Izquierda: los 15 intrépidos turistas, dispuestos a descender en Rafting. Derecha: la motivación era máxima, pero nadie imaginaba lo que estaba a punto de suceder
Los 10 primeros minutos fueron divertidos. Sorteamos los rápidos, las embestidas y los torbellinos del río con éxito, lo que motivaba -cada vez- una espontánea celebración.
Al poco, vimos que la embarcación que estaba detrás de nosotros había volcado. Los observamos jocosamente sin darle importancia, y sin saber que -aquel día- caer al agua suponía un enorme peligro.
Seguimos avanzando.
A los 5 minutos, nos acercamos demasiado a un acantilado, justo en el momento en que una gran ola rompía entre la roca y la embarcación. Ello inclinó nuestro bote hasta quedar perpendicular al río, haciendo que 4 de los 6 ocupantes de la embarcación cayeran al agua.
Posteriormente, el bote volvió a su posición horizontal. Sólo el guía y yo logramos mantenernos a bordo.
Por mi parte, con toda la tranquilidad y sangre fría del mundo, seguí las instrucciones que nos acababan de dar, pues no sentí que hubiera ningún peligro real.
Le di el remo a Hanna, una compañera que había caído al agua, la acerqué al bote y tiré de su arnés para recuperarla.
Acto seguido, fui al lado izquierdo del bote y saqué a Iris, otra compañera, que estaba sujeta a una de las cuerdas laterales de la embarcación.
Finalmente, fui a la parte delantera del boté y vi que otro chico, Christopher, había podido agarrarse a una cuerda en un último intento por salvar la vida, pues había estado un buen rato sumergido tragando agua a borbotones. Al sacarlo, apenas tenía fuerzas para moverse.
Mientras tanto, entre la primera chica que saqué del río y el guía, que había estado un buen rato en shock sin hacer nada, sacaron al cuarto y último de los compañeros que habían caído, Bart.
Tras el susto seguimos navegando unos instantes. Yo seguía en modo lúdico y con ganas de continuar el descenso, pues aún no era consciente de la situación.
No obstante, Christopher, que permaneció 5 minutos sin moverse para recuperarse de toda el agua que había tragado, no opinaba lo mismo; al igual que los otros tres compañeros que habían caído. Ellos sí eran conscientes del riesgo que comportaba aquella actividad. Y estaban aterrados. Incluso al guía se le veía nervioso, serio y sobrepasado. Por ende, pidieron terminar la actividad.
Yo insistí en continuar, pues seguía en mi mundo de fantasía e inconsciencia, que se derrumbó al instante cuando oímos una voz pidiendo auxilio detrás de nosotros. Al girarnos, vimos a un chico con su chaleco salvavidas flotando por el río.
No sin dificultades, paramos la embarcación al lado de la orilla y socorrimos al joven, que formaba parte del bote que había volcado al principio.
Al rato, una ambulancia vino a buscarnos y nos dejó en un rudimentario centro de salud. Allí, reinó el caos toda la tarde.
Nos dijeron que el bote que había delante de nosotros y que perdimos de vista nada más empezar a navegar también había volcado.
Nadie sabía exactamente cuantos turistas se habían encontrado y cuántos estaban desaparecidos. Además, yo era el único presente que hablaba español e inglés simultáneamente, así que tuve que hacer de traductor entre los accidentados más graves y los sanitarios.
Más tarde, unos militares aparecieron a toda prisa con el cadáver de un chico canadiense. Una enfermera empezó a practicarle la reanimación cardio-pulmonar hasta agotarse. Luego la relevé yo mismo. En total, estuvimos más de media hora intentándolo, pero ya no había nada que hacer.
Al cabo de unos instantes, acompañé a los militares a buscar más heridos o fallecidos en los alrededores del río.
Al regresar, la alcaldesa del pueblo hizo acto de presencia para dar soporte a las víctimas y ayudar a organizar los trámites pertinentes, y yo seguí haciendo de traductor entre todos los implicados hasta pasada la medianoche.
Finalmente, tras muchas horas de auténtico caos y tragedia, regresamos al hostal.
Al llegar, el resto de compañeros que no habían hecho rafting aquella tarde salieron a abrazarme, pues corrían rumores de que yo había muerto.
No sólo había sobrevivido, sino que había podido salvar a 3 personas de la furia del río. Desgraciadamente, hubo varios heridos de diversa gravedad, un compañero canadiense falleció; y, al día siguiente, se encontró el cadáver de otra chica americana, 120 kilómetros río abajo.
2.2. Dia 2. Desde Santa María hasta Santa Teresa, trekking y termas
El día empezó con cierto retraso; puesto que, con la tragedia del día anterior, algunos integrantes de los distintos grupos afectados decidieron dar por finalizada su aventura y volver a Cuzco, incluyendo una pareja de nuestro grupo.
Prefiero no dar más detalles en este post para no alargarlo en demasía, pero contaré la historia entera en mi próximo libro, que pronto verá la luz.
La actividad principal de la jornada consistió en un trekking de 17 kilómetros con 1000 metros de desnivel, que cubrimos en 7 horas.
La primera parte empezó con un ascenso de 45 minutos que nos llevó a lo alto de una colina, en la que habitaba una familia local.
Allí paramos para ver la plantación de árboles frutales; como mangos, papayas y maracuyás. También había cultivos de hojas de coca, café o cacao, que ellos mismos convertían en chocolate.
Tras tomar una taza de café y degustar una tableta de cacao puro seguimos la marcha.
Izquierda, un entrañable campesino trabajando con granos de cacao. Derecha, una deliciosa barrita de chocolate, 100% puro cacao
El siguiente tramo también fue de subida, pero mucho más moderada; transcurría por una antigua pista utilizada por los mensajeros del imperio inca.
El trayecto bordea peligrosos precipicios, en cuyo fondo se halla el río Vilcanota, el mismo que se había cobrado dos vidas humanas el día anterior.
A las 2 de la tarde, después de comer en un pequeño restaurante local, seguimos la ruta, que empezó a trascurrir ya en plano a lo largo del mismo río.
En un momento dado, tuvimos que cruzar al otro lado en una pequeña tirolina que se movía gracias a los tirones que le infligía un lugareño, que cobraba 1 sol por persona.
Mientras pasábamos por encima de la corriente me pregunté cómo fuimos tan temerarios para meternos en sus bravas aguas, pues su fuerza infundía respeto y temor a partes iguales.
Una vez hubimos cruzado, tardamos 30 minutos en llegar a las termas de agua caliente, 3 enormes piscinas situadas a orillas del río Vilcanota.
Fue un verdadero alivio poder remojar nuestros cansados músculos hasta la puesta de sol.
Izquierda, cruzando el río Vilcanota en tirolina. Derecha, las termas de agua caliente justo antes de llegar a Santa Teresa
Desde las termas, tomamos un pequeño autobús hasta Santa Teresa, donde teníamos reservada la noche en un humilde hostal.
Terminamos la jornada un pequeño restaurante del pueblo, en el que degustamos un delicioso guiso de alpaca en su salsa.
Mapa del Ingla Jungle Tour, vía Inkatrail.com. No hice la actividad con esta agencia, pero tienen una bonita web con un excelente mapa, así que lo tomo prestado y les regalo otro enlace do-follow. Si alguien ha usado sus servicios, sería interesante que nos contase qué tal le fue en los comentarios.
2.3. Día 3. Desde Santa Teresa a Aguas calientes por las vías del tren, y tirolina (anulada)
Durante la primera parte del día debíamos divertirnos en una tirolina que conecta varios valles entre sí a través de cuerdas de hasta 400 metros de longitud. Pero la actividad se anuló.
Los guías no quisieron correr más riesgos con nosotros, ni era razonable correrlos dadas las circunstancias.
Así pues, empezamos a caminar a lo largo de una pista que conecta con el trekking Salkantay, una de las 7 vías que construyeron los incas para acceder al Machu Picchu.
La ruta de la jornada tuvo unos 15 kilómetros de longitud, y la cubrimos en unas 6 horas.
La primera hora y media seguimos bordeando el río Vilcanota a través del bonito valle que lo encauza hasta llegar a la estación hidroeléctrica. Desde ahí, tuvimos otros treinta minutos hasta el restaurante donde comimos.
A partir de ese momento, la caminata continúo a lo largo de la vía de tren que lleva a Aguas Calientes, justo por donde pasa el famoso tren Hiram Bingham, nombre del aventurero inglés que llegó al Machu Picchu a inicios del siglo XX.
Esta parte del trekking fue mucho más bella de lo que esperábamos.
La vegetación era de tipo selvático, cruzamos el río varias veces y gozamos de espléndidas vistas de grandes montañas con forma de pan de azúcar cubiertas de bosque tropical.
De tanto en cuanto, vislumbrábamos bonitas cascadas y, a partir de cierto punto, empezamos a ver las montañas del Machu Picchu y el Wayna Picchu.
Izquierda, las montañas del Machu Picchu empiezan a verse, incluyendo una bella cascada. Derecha, el famoso tren Belmond Hiram Bingham
En una de las paradas de tren por la que pasamos tomamos un desvío que nos llevó a la carretera que lleva a Aguas Calientes, a unos 15 minutos de allí.
Aproximarse a Aguas Calientes fue especialmente impactante; y es que, a medida que nos acercábamos, parecía que la fuerza del río Vilcanota podía engullir el pueblo en cualquier momento.
Al llegar a Aguas Calientes tuve la sensación que el río Vilcanota iba a engullir el pueblo en cualquier momento
Debido a su proximidad con las ruinas del Machu Picchu, Aguas Calientes es una pequeña y coqueta población tremendamente turística. Está a rebosar de alojamientos, restaurantes y tiendas de souvenirs. ¡Y precios desorbitados!
Aquella noche nos alojamos en un bonito hotel con lujos que no habíamos tenido antes: baño privado y habitaciones de 3 personas como máximo.
La actividad más típica antes de ir a cenar es hacer honor al nombre del lugar: bañarse en las termas calientes durante la puesta de sol, y con vistas a las montañas del Machu Picchu.
2.4. Día 4. Coronando el Machu Picchu y el Wayna Picchu
El cuarto día coronamos el Machu Picchu.
Para ello, a las 5 de la madrugada nos plantamos junto a las puertas que yacen al pie de la montaña, esperando su inminente apertura.
En el momento en que abrieron al público, tanto yo como Carlos -otro mochilero-, salimos disparados hasta la cima, unos 2000 escalones más arriba. Al parecer, actualmente ya no está permitido subir a pie, hay que tomar el autobús que sube por ese mismo camino.
En 38 minutos llegamos a las puertas de las ruinas; pero no éramos los primeros, ya que otros 4 turistas habían pasado la noche allí.
Pero daba igual. Nada más abrir las puertas, a las 6 de la mañana, fuimos directos al mirador principal y conseguimos lo que queríamos: unas preciosas vistas de la ciudad sin un turista de fondo. Y, además, envueltas de una misteriosa niebla que le daba al paisaje un halo tétrico y misterioso.
Las impresionantes vistas de las ruinas de la ciudad de Machu Picchu
La ciudad de Machu Picchu data del 1.200 antes de Cristo, y albergó hasta 1.200 personas, que vivieron en absoluta autonomía en casas hechas de piedras de la propia montaña, pues cultivaban todo tipo de vegetales, además de tener su propio ganado (cerdos, llamas, conejillos de indias…).
Tras hacerme unas fotos con una de las llamas, que en aquel momento estaba de buen humor, me dispuse a ascender al Wayna Picchu.
Un divertido set fotográfico con mi amiga la Llama
Sólo 400 personas al día pueden ascender a la montaña del Wayna Picchu (hay dos turnos, a las 8 y a las 10 de la mañana). Por suerte, había decidido comprar las entradas con antelación.
Eso sí, nadie te salva de subir escalones durante una hora más. Ahora bien, ver las ruinas desde ahí arriba es algo que no tiene precio.
Las inolvidables vistas del Machu Picchu desde el Wayna Picchu
La ciudad del Machu Picchu tiene mil y un detalles por explorar, desde sus terrazas –donde cultivaban sus verduras y legumbres– hasta sus monumentos de piedra; pasando por el puente inca –que no lleva a ninguna parte– o el Templo del Sol, situado a una hora de las ruinas principales.
En cualquier caso, a las 14 horas, ya estaba de vuelta a Aguas Calientes, donde tomé con algunos compañeros un último almuerzo antes de partir de vuelta a Cuzco.
A las 16:15 salí en el tren hacia Ollantaytambo, deleitado con todo lo visto durante los últimos días, e inundado de recuerdos –algunos buenos y otros, no tanto–.
Dos horas más tarde llegué a Ollantaytambo, donde conecté con un minibus que nos transfirió a Cuzco en otras dos horas suplementarias de trayecto.
3. Preparativos e información práctica para realizar el Inca Jungle Tour y subir al Machu Picchu
3.1. ¿Con qué agencia deberías contratar el tour?
Esta eterna pregunta merece la misma eterna respuesta.
Aquella agencia que ofrezca más prestaciones, que tenga un precio competitivo adaptado a tu presupuesto y que te genere confianza.
La mejor forma de encontrarla es mirar las reseñas en las redes sociales o, si eres como yo, llegar al Cuzco y pasarte un día entero visitando diferentes agencias para comparar precios, condiciones, feeling personal…
Todo cambia rápidamente, así que mejor hacer tu propia pequeña investigación.
En este post, no recomendaré ni hablaré de la agencia que elegí, puesto que tuve la mala experiencia que antes te conté. Pero tranquilo, opciones no te van a faltar.
3.2. Organización y mejor momento para hacer el Inca Jungle Tour
El Inca Jungle Tour se realiza con un número variable de mochileros y guías acompañantes.
En mi caso, fuimos 14 turistas y 2 guías, que se encargaron de los transportes, organizar las actividades y llevarnos a los distintos hostales donde se pasa cada una de las noches. No hay que ocuparse absolutamente de nada, salvo de disfrutar.
La mejor época para ir son los meses secos, es decir, de marzo a octubre. Durante noviembre, diciembre, enero y febrero las lluvias son frecuentes, así que es muy posible que acabes algo remojado.
3.3. Lo que incluye el precio de la actividad
- Las entradas al Machu Picchu.
- Todo el material deportivo (bicicletas, tirolinas, botes de rafting).
- El alojamiento en hostales.
- Las comidas (excepto el primer y último desayuno).
- El guía turístico cada uno de los días.
- Los transportes de regreso a Cuzco.
3.4. Lo que no se incluye
- Entrada al Wayna Picchu (tienes que comprarla antes aparte).
- Agua para el camino.
- El primer y el último desayuno.
- Entrada a las piscinas termales de Aguas Calientes.
- El autobús de Aguas Calientes al Machu Picchu (antes se podía subir a pie).
3.5. Qué debes llevar
- Una mochila de 30 litros (la alquilé en la agencia de viajes de Cuzco).
- Una cantimplora (actualmente no se permiten botellas de plástico).
- Mudas de ropa para 2-3 días. Pantalones cómodos. Impermeable.
- Zapatos para caminar e ir en bicicleta.
- Chancletas, bañador, pareo/toalla para secarte y crema solar.
- Tus artículos de higiene personal y un pequeño botiquín.
- Repelente de insectos.
- Tus aparatos electrónicos (cámara, móvil, cargador…) y algo de dinero.
- Tu documentación (pasaporte original).
4. Un último apunte sobre el Inca Jungle Tour, y por qué puede ser peligroso
Para finalizar, un último apunte sobre los peligros de realizar esta actividad.
Como es obvio, cualquier programa multiaventura en el que se realicen actividades de riesgo entraña peligros.
Si haces descenso en BTT puedes caerte y hacerte daño. Una tirolina puede romperse y hacer que caigas al vacío. Y durante un rafting puedes precipitarte al agua y ahogarte, tal y como les pasó a algunos de mis compañeros durante mi experiencia.
Así pues, hay que ser especialmente prudente y tomar las mayores precauciones posibles.
Por un lado, no olvides tener contratado un seguro de viajes.
Por el otro, lee reseñas sobre las agencias que vayas a visitar, intenta preguntar o chequear el material que van a utilizar y, si puedes, pregunta qué otras empresas están implicadas en las distintas actividades.
En nuestro caso, el rafting estaba subcontratado con una empresa ilegal, que ni siquiera tenía permiso para navegar con turistas.
Nadie suele ser tan meticuloso. Además, hacer este tipo de pesquisas puede parecer difícil. No obstante, hoy en día, en los buscadores y las RRSS, puedes encontrarlo casi todo.
Por último, siempre te queda una gran arma: tu intuición.
Si la agencia no te da buen rollo, elige a otra. Si cuando vas a realizar tu actividad, te das cuenta de que el material no tiene buena pinta (bicicletas viejas, tirolinas oxidadas…), pide que te cambien el material o niégate a utilizarlo. Y, si ves que el tiempo o las condiciones no son buenas (exceso de lluvia, un río especialmente bravo…), desiste de participar. Sin dudas ni remordimientos.
Como ya expliqué, cuando hicimos rafting, el río estaba excesivamente bravo, pero la mayoría de mochileros confiamos en los guías. Se supone que son expertos; y, si ellos se meten en el agua contigo, será porque no hay peligro.
Pues no.
Dos mochileros no lo vieron claro y se ahorraron un disgusto al desistir. Tenían razón, el río no estaba para navegar. Además, en muchas ocasiones, los guías son gente humilde y necesitada económicamente que sólo cobra si hace la actividad. Y eso hace que, en ocasiones, se corran riesgos innecesarios.
Yo no me arrepiento de haber participado. Al contrario, el destino me puso ahí para poder ayudar a algunos de mis compañeros. Pero, como ya dije, sé siempre muy prudente (incluso desconfiado), chequéalo todo antes y, si no lo ves claro algo, no lo hagas. Nadie va a obligarte a ello. Lo máximo que puedes perder son unos cuantos dólares. Mejor eso que la vida.
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Y hasta aquí, todo lo que tenía que contarte sobre el Inca Jungle Tour.
Ahora, me encantaría conocer tu opinión al respecto.
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Y, en caso de que ya hayas realizado el Inca Jungle Tour, ¿quisieras añadir algo más?
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Siempre es un placer leeros.
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