Las islas Galápagos son un lugar de visita obligatoria si algún día decides viajar a Ecuador.
En ningún lugar del mundo es posible ver la mezcla única de flora y fauna endémica que uno se encuentra en las islas Galápagos: pingüinos, iguanas de mar o de tierra, pelícanos, piqueros de patas azules, lobos marinos, mantarrayas gigantes…
De hecho, estas increíbles islas inspiraron a Darwin a formular su famosa teoría de la evolución de las especies, por la gran cantidad de vida que coexistió en ellas gracias a la confluencia de corrientes marinas del Polo Sur, de Norteamérica y de Centroamérica.
Hay muchas formas de visitar las islas Galápagos, y, aunque todas ellas son bastante costosas, con algunos consejos es posible encontrar una opción que se adapte a tu estilo de viaje, duración y presupuesto.
En este artículo te ayudaré a organizar tu viaje a las Galápagos, relatándote mi experiencia personal y dándote los mejores consejos para organizar el crucero de tus sueños. ¿Te animas?
Contents
- ¿Cómo preparar un crucero por las islas Galápagos?
- Detalles sobre mi crucero por las islas Galápagos
- Mis lugares y experiencias favoritas en las islas Galápagos, isla a isla.
- 1. Isla de San Cristóbal: invasión de lobos marinos y pelícanos cazando
- 2. Isla Española: una orgía de iguanas, leones marinos y aves
- 3. Isla Floreana: la oficina de correos pirata de las islas Galápagos
- 4. Isla Rábida: pingüinos y mantarraya gigantes
- 5. Isla Santa Cruz: iguanas amarillas y tortugas gigantes
- 6. Isla Sombrero Chino: la gran guardería de lobos de mar
- 7. Isla Santa Fe: cactus gigantes, iguanas pálidas y festival acuático final
- Otras consideraciones
¿Cómo preparar un crucero por las islas Galápagos?
1. ¿Por qué un crucero?
Hablo directamente de crucero porque es, sin duda, la mejor forma de descubrir las islas Galápagos.
Este increíble archipiélago de origen volcánico está formado por 13 islas mayores, 5 menores y 200 pequeños islotes, ocupando una superficie total de 16.000 km2 (200 km de largo por 80 de alto)
Sólo 5 de las islas están pobladas; y hay una gran cantidad de paisajes, flora y fauna que descubrir, tanto por tierra como por agua.
Así pues, si lo que quieres es ver y explorar lo máximo posible, lo mejor es contratar por adelantado un crucero y moverte de isla en isla en compañía de alguien que te muestre los mejores sitios, incluyendo lugares remotos e inaccesibles por tierra.
También es posible tomar un avión y plantarse en San Cristóbal o Santa Cruz, las islas más pobladas, e improvisar, pero es una opción que te hará perder tiempo y que, a lo sumo, te permitirá terminar en un mismo crucero por unos pocos dólares menos.
No es posible explorar el parque natural por tu cuenta, porque es obligatorio ir acompañado de un guía oficial. Además, para reducir el impacto en la flora y la fauna local, está prohibido alimentar a los animales, así como comer en el interior del parque natural (sólo en el barco o en las poblaciones asentadas).
2. ¿Cómo elegir un crucero por las islas galápagos? Lugar, duración, tamaño, tipo de actividades…
Puedes contratar tu crucero por las islas Galápagos desde cualquier ciudad importante de Ecuador, y también desde las propias islas. La mayoría de agencias de turismo del país ofrecen diferentes packs.
En mi caso, al estar ubicado en Quito, la capital, decidí contratar el crucero desde allí. Para ello, te aconsejo ir al barrio de Mariscal, en especial, a la calle Foch, donde se concentran la mayoría de agencias de viaje.
El único secreto es pasarse una mañana entera visitando varias agencias y comparando precios, duración, tamaño de la embarcación y tipo de actividades que quieres hacer.
Tu decisión debe basarse en varios criterios;
1. Tipo de actividades
Existen cruceros con dos tipos básicos de actividad principal.
Por un lado, los cruceros de buceo (con botella de oxígeno), en los que se realizan diariamente 2 o incluso 3 inmersiones por día durante cada jornada de viaje. No era lo que yo buscaba, así que no voy a hablar de ello, pero debes saber que es una opción muy interesante para los amantes del buceo.
Por otro lado, están los cruceros multiaventura, en los que se combina senderismo, descubrimiento de flora y fauna local, playas y buceo con snorkel. Esa fue la opción que elegí, pues es la más variada y la que te permite descubrir las islas de forma más global.
2. Tamaño y calidad de la embarcación
Puedes ir en embarcaciones de diferente tamaño. Hay muchas ofertas en grandes cruceros de 90 o 100 pasajeros. Sin embargo, se hacen actividades en grandes grupos y, personalmente, me siento como una oveja en un rebaño.
Luego, hay embarcaciones de tamaño medio (de diferentes categorías) y, por último, los pequeños catamaranes para 8-10 pasajeros.
Esta última opción es mi preferida, puesto que es más barata, llegas igual a cada isla y tienes una experiencia en petit comité mucho más íntima; perfecta para conocer a otros mochileros y explorar cada rincón de las islas sin aglomeraciones.
3. Duración y precio del crucero
Existen cruceros de 3 a 8 días, a elegir en función del tiempo que tengas, del dinero que quieras gastar y de las islas que quieras explorar. Lo habitual son 4 o 5 días.
En temporada baja, de septiembre a noviembre, es cuando los precios son más bajos y tienes más posibilidades de encontrar una plaza last minute (especialmente si estás ya en las islas). Yo fui en noviembre.
Izquierda: el catamarán es, para mí, la mejor opción para explorar las islas Galápagos. Foto por Pierre-Yves Babelon, vía Shutterstock. Derecha: las grandes embarcaciones son mi última opción.
4. Mi elección personal
Cada agencia que visité proponía diferentes tipos de barcos, precios y rutas.
Al final, tras preguntar en muchas de ellas, elegí realizar mi viaje:
- En un pequeño catamarán de 8-10 plazas. Había cabinas para 2 personas de unos 6 metros cuadrados, con camas individuales y un pequeño baño compartido (un retrete-ducha donde el grifo estaba conectado a una manguera para hacer también las funciones de ducha).
- A través de una ruta larga que cubriera el máximo número de islas posibles. Elegí 8 días de crucero a lo largo de 6 islas principales (San Cristóbal, Española, Floreana, Santa Cruz, Santiago y Santa Fé), además de otros islotes como Gardner, Rábida o Sombrero Chino.
El presupuesto quedó así:
- 1050 dólares por el crucero
- 475 dólares por el pasaje de Quito-Galápagos, con escala en Guayaquil. Ida y vuelta.
- 100 dólares por la entrada al parque nacional.
- 10 dólares por las tasas de aeropuerto, una vez aterrizas.
- 60 dólares por el alquiler del equipo de snorkel
- Propinas: ver al final
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- Total: 1695 dólares amercianos + propinas
Detalles sobre mi crucero por las islas Galápagos
1. Cuadro-resumen del planning diario
Aquí te dejo un cuadro-resumen del planning diario durante mis 8 días de ruta por las islas Galápagos. Puede que te sirva cuando compares distintas opciones en varias agencias.
2. Mapa de los lugares visitados
Te dejo con un pequeño mapa interactivo de la ruta de 8 días por las islas Galápagos. Te ayudará a ubicar y visualizar mejor el planning que te he acabo de mostrar.
Mis lugares y experiencias favoritas en las islas Galápagos, isla a isla.
1. Isla de San Cristóbal: invasión de lobos marinos y pelícanos cazando
Puerto Baquerizo Moreno es la ciudad principal de la isla de San Cristóbal, que tiene unos 9000 habitantes (es la segunda isla más poblada del archipiélago tras isla Santa Cruz)
Darse un simple paseo por la ciudad es un espectáculo sin igual, puesto que parece que hay más leones marinos que personas; y es que, vayas por donde vayas, te encuentras con estas curiosas criaturas: en las escaleras, en la carretera, en los parques, en los bancos públicos, en las puertas de las tiendas…Incluso los barcos abandonados del puerto han sido invadidos por ellos, tomándolos como parte de su territorio.
Además, ni les molesta ni se inquietan por la presencia de humanos, así que, si te acercas a ellos, ni se inmutan o, como máximo, se retuercen ligeramente para tomar una nueva posición.
Al parecer, las colonias de lobos marinos vivían a unos 10 minutos del puerto (la Lobería). Allí había tal cantidad de leones marinos que incluso los locales, especialmente los niños, tenían miedo de ir. Por desgracia, en 1998, “el Niño” calentó las aguas y obligó a los leones a migrar a una zona más rica en peces, encontrando su nuevo hogar en Puerto Baquerizo Moreno.
También vale la pena subir al cerro Tijeretas, una pequeña colina desde donde pueden avistarse decenas de pelícanos cazando peces en la playa. Su técnica es simple: observar los peces y, en el momento preciso, zambullirse a gran velocidad al agua para atrapar a su presa al instante.
Izquierda: lobo marino descansando en un banco público. Derecha: pelícanos en la isla de San Cristóbal
2. Isla Española: una orgía de iguanas, leones marinos y aves
Isla Española es una pequeña isla deshabitada de unos 60km2 pero, a pesar de su pequeño tamaño, jamás había visto tal cantidad de animales juntos.
Al pasear por sus costas pudimos observar cientos de iguanas marinas endémicas, de color gris y rojo, unas encima de otras o sobre las rocas, con el objetivo de no perder calor. También rondaban por el lugar otros tantos lobos marinos, dispersos por las playas o mezclándose entre las iguanas de forma pacífica. Aquello parecía, más bien, una orgía entre especies, conviviendo en armonía, ajenas a la existencia del hombre.
Cientos de iguanas junto a otras especies, como lobos marinos, algo que sólo verás en las islas Galápagos
Por suerte para nosotros, también nos encontrábamos en pleno período reproductivo y migratorio de ciertas aves. Por ello, no lejos de allí había albatros, el ave más grande de las islas Galápagos (miden hasta 2 metros con las alas extendidas), pero también piqueros de patas azules y piqueros de Nazca.
Todas esas aves, estaban ocupadas en sus tareas de cortejo, incubación de huevos y alimentación de sus pequeños. Ello, obviamente, atrae también a los depredadores, lo cual explica por qué también rondaban por allí varios ejemplares de águilas, acechando el espectáculo a la espera de sacar la mejor tajada posible.
Izquierda: águilas acechando a sus presas. Derecha: piqueros de patas azules.
Fue sorprendente observar tantas especies distintas y en tanta cantidad mezcladas entre sí, conviviendo en paz y realizando sus tareas sin importarles lo más mínimo nuestra presencia, lo que daba a aquel lugar un aire prehistórico, como si el hombre no tuviera ni voz ni voto en medio de aquel espectáculo dantesco.
Recuerdo con cariño que, ante tal explosión de vida, quise infiltrarme entre un grupo de leones marinos, que descansaban plácidamente en la arena. Pude posar con ellos, como si fuera uno más de la manada. Afortunadamente, no había ningún macho alfa patrullando por ahí o, de lo contrario, mi suerte hubiera sido otra.
Infiltrándome entre leones marinos
3. Isla Floreana: la oficina de correos pirata de las islas Galápagos
La isla Floreana tiene 173 km2, y fue una de las primeras en ser habitada, puesto que es la única donde hay reservas naturales de agua. Actualmente tiene una población de unos 150 habitantes.
Me llamó especialmente la atención la antigua estación de correos, a la cual llegamos tras descender de una colina donde pudimos admirar las aguas turquesas de la costa y la paradisíaca playa en la que habíamos desembarcado.
Aquel simple barril, llevaba en uso desde el siglo XVII, cuando balleneros y piratas empezaron a usarlo a modo de oficina de correos informal para hacer llegar sus cartas, especialmente a Europa y Estados Unidos. El sistema es simple, dejas tu carta o postal y esperas que otra persona la recoja y la mande a su destino.
Lo curioso del caso es que dicho sistema sigue hoy operativo, así que algunos de mis compañeros aprovecharon para dejar sus postales, aunque también recogieron algunas de otras personas para mandarlas ellos mismos. Por lo que dicen, la rapidez y eficacia de aquel simple barril es muy superior a la del propio sistema nacional de correos ecuatoriano.
Izquierda: vistas desde una playa de la isla Floreana. Derecha: la oficina de correos más antigua de Ecuador
Otro gran momento de aquel día fue visitar una de las playas de la isla, donde había tal cantidad de tortugas que, al mirar el agua, podías ver multitud de manchas y sombras pertenecientes a estos animales que, de tanto en cuanto, asomaban sus cabecitas para tomar aire.
También había tortugas en la arena, que se dedicaban a jugar entre sí, a copular o poner sus huevos. Un auténtico festival de vida.
Tortugas por todas partes en la isla Floreana
4. Isla Rábida: pingüinos y mantarraya gigantes
La isla Rábida es una pequeño islote deshabitado de 4,9 km2 de aspecto rojizo, gracias a sus tierras volcánicas ricas en hierro.
En sus playas, como no, había grandes grupos de leones marinos, ocupados en tareas de descanso, reproducción y apareamiento. Los machos alfa se pavoneaban cerca de sus manadas, mientras que las hembras se agrupaban para darse calor entre sí y proteger a sus pequeños bebés.
No obstante, mi actividad preferida del día fue hacer un poco de snorkel por las costas de la isla, pues tuvimos la suerte de encontrarnos con invitados especiales.
Por un lado, una pareja de mantarrayas gigantes, que debían medir entre 4 y 5 metros de punta a punta, y que pueden impresionar a cualquiera que no sepa que son prácticamente inofensivas. Por otro lado, en un momento dado, me crucé con lo que parecía un extraño pez. En realidad, se trataba de un pequeño pingüino, que alternaba momentos en los que flotaba por la superficie y momentos en los que hacía profundas y largas inmersiones.
Izquierda: mantarraya gigante. Derecha: un ejemplar de pingüino de las Galápagos
Aquel divertido juego de seguimiento terminó en cuanto me crucé con una gran masa negra que se fue aproximando sospechosamente a nuestra posición. Se trataba de un gran macho de león marino que, por suerte, venía en son de paz y se dedicó a jugar con nosotros acercándose, alejándose y rodeándonos. El show duró alrededor de una hora, momento en que estábamos tan arrugados y fríos que tuvimos que salir del agua.
5. Isla Santa Cruz: iguanas amarillas y tortugas gigantes
Isla Santa Cruz es la isla más central del archipiélago y, con una superficie de 985 km2, cuenta con la población más grande de todas las islas: Puerto Ayora, que tiene unos 15.000 habitantes.
Mis dos actividades favoritas fueron, primeramente, el ascenso al cerro Dragón, cuyo camino está repleto de extraños cactus endémicos, provistos de un tronco central desde el que brotan el resto de pencas. Una vez en la cima tuvimos la suerte de encontrar 3 ejemplares de iguana amarillas de tierra que, a diferencia de las de agua, no suelen ir al mar a nutrirse, tienen un tamaño bastante más grande y su color es amarillento, como su nombre indica.
Y digo suerte porque este tipo de iguana está en peligro de extinción, con lo que es mucho más difícil de ver. Se espera que, en unos años, gracias el plan de recuperación del parque nacional, su población sea tan abundante como la de iguanas marinas (grises y rojas).
La otra actividad interesante es visitar la estación científica Charles Darwin, donde se dedican a incubar y criar a tortugas gigantes, que alimentan en recintos cerrados durante sus primeros años y, posteriormente, en en ambientes abiertos de características similares al que se encontrarán el día de su liberación.
Las tortugas gigantes son una especie muy amenazada, y es que, durante 2 siglos, fueron masacradas por los locales. De hecho, cuando no había electricidad en las islas, se usaban lámparas de aceite proveniente de las propias tortugas. Actualmente sólo quedan 10 especies de tortuga gigante de las 40 que había en el pasado.
Estos animales son criaturas entrañables, de movimientos lentos y armoniosos, expresión simpática y largos cuellos que recuerdan al famoso E.T. Es impresionante ver un ejemplar adulto, pues se trata de verdaderos tanques que pueden pesar de 200 a 300 kilos.
Izquierda: ejemplar de iguana amarilla de Santa Cruz. Derecha: tortugas gigantes de las Galápagos.
6. Isla Sombrero Chino: la gran guardería de lobos de mar
Isla Sombrero Chino es un islote minúsculo de apenas 20 hectáreas de extensión situado justo al lado de la isla de Santiago.
No obstante, fue en este diminuto pedazo de tierra donde vimos la mayor guardería de lobos marinos; no en vano, era noviembre, uno de los meses más prolíficos para la cría de estos animales.
Paseando por sus costas avistamos innumerables mamá-lobo con sus crías. Algunas jugaban con sus bebés, mientras que otras amamantaban a los pequeños. También vimos hasta 3 crías recién nacidas, aún llenas de sangre y con la placenta, todavía fresca, en el suelo.
Como es obvio, aquel ambiente es un festín para los depredadores, lo cual explicaba, de nuevo, la presencia de varios grupos de águilas, a la espera del mejor momento para hincarle el pico a una cría o a una placenta.
Al parecer, en aquel diminuto islote habitaba también una colonia de 40 pingüinos, aunque aquel día debieron salir de compras, puesto que sólo vimos un único ejemplar.
Izquierda: lobo marino, su bebé recién nacido y la placenta fresca, justo al lado. Derecha: bebé lobo marino amamantando
7. Isla Santa Fe: cactus gigantes, iguanas pálidas y festival acuático final
En nuestro séptima día, desembarcamos en una pequeña isla deshabitada de unos 24 km2 llamada isla Santa Fe, situada justo entre la isla de Santa Cruz y la de San Cristóbal.
Tras todo lo visto hasta el momento, no me esperaba nada mejor. Sin embargo, en las islas Galápagos siempre hay alguna sorpresa, y esta vez no iba a ser la excepción.
Tras pasar por la playa y ver una nueva colonia de lobos marinos, nos adentramos por un sendero que penetraba hasta el interior de la isla. Por aquellos parajes yacían cactus gigantes por todas partes, una especie endémica incluso más grande que los que habíamos visto en Santa Cruz.
Por lo que nos contó Daniel (nuestro guía), aquel tipo de cactus depende exclusivamente de la presencia de tortugas; puesto que, al comerse sus frutos –el tuno–, su sistema digestivo expulsa sus semillas totalmente listas para que puedan germinar, algo que no ocurre de ninguna otra forma.
Entre los cactus, encontramos una nueva subespecie de iguana endémica, la iguana pálida. Este subtipo es terrestre, de color blanco-grisáceo y tiene un tamaño parecido al de las amarillas. Daniel nos comentó que en el archipiélago hay un cuarto subtipo, la iguana rosada de la isla de Wolf, que no llegamos a ver en aquel crucero.
Izquierda: cactus gigantes de la isla Santa Fe. Derecha: iguanas pálidas endémicas
Tras dos horas de excursión, volvimos a la embarcación y, más tarde, culminamos el día con la mejor sesión de snorkel de todo el crucero, justo en la barrera de piedra natural que protege la isla.
Allí, en medio de una gran visibilidad, nos topamos con una manada de lobos marinos, que se divirtieron con nosotros jugando, sumergiéndose, aleteando y acercándose a nuestra posición; a veces, a un palmo de nuestra cara.
La cosa se puso un poco tensa cuando se acercó el macho alfa del grupo, un enorme tonel de carne que vino a investigar qué demonios estaba pasando, y a asegurarse la soberanía del territorio. Su actitud parecía pacífica, aunque, en ocasiones, sus fuertes graznidos delataban ciertos atisbos de agresividad.
Cuando me di cuenta, estaba solo, pues el resto de compañeros había ido nadando hasta la playa. Además, me percaté de la presencia de un par de tiburones, que patrullaban sibilinamente a mayor profundidad, así que decidí dar los jueguecitos por terminados e irme nadando poco a poco hasta la orilla.
Nadando con lobos marinos, algunos de los cuales pueden ser muy curiosos
Otras consideraciones
1. El equipo de a bordo y los compañeros
El equipo de la expedición estuvo formado por el capitán del catamarán, un cocinero y nuestro guía Daniel, un joven ecuatoriano que era como una biblioteca viviente de las islas Galápagos. El resto de la tripulación lo formamos los 9-10 turistas que estuvimos a bordo durante los 8 días que duró el crucero.
Daniel no sólo nos informaba del planning del día, sino que nos explicaba los detalles de todo cuanto veíamos y también, tal y como dictan las normas del parque nacional, nos acompañaba físicamente a cada isla (con la pequeña Zodiac que teníamos a bordo del catamarán) para recorrer sus senderos e incluso para hacer snorkel.
Sin su presencia y conocimientos, la visita hubiera sido mucho más estéril y vacía, pues nos surtió con todo lujo de detalles sobre geografía, historia y flora y fauna local. No sé si todos los guías tienen tanto conocimiento y simpatía como él. En cualquier caso, su presencia fue fundamental para disfrutar plenamente de la visita.
2. La comida
La comida durante el crucero era siempre servida en el catamarán gracias al chef de la expedición. Y tengo que decir que allí degusté las mejores comidas durante los 3 meses que estuve viajando por Suramérica.
Habitualmente comíamos 4 veces al día.
El desayuno solía ser algo de fruta (uvas, sandía, plátanos…), siempre acompañada de yogur, leche con cereales o pan con mantequilla y mermelada. Además, siempre había algo caliente como tortitas, tortilla de jamón y queso o huevos revueltos. Para beber: té, café o zumo.
La comida fue diferente cada día, y podía ser tan variada como filete de pescado con verduras, carne frita con frijoles o ensalada de arroz con pollo rebozado. De postre podían servirnos pudding de calabaza, macedonia de frutas o helado, por poner algunos ejemplos.
Para cenar, más de lo mismo, comidas variadas que siempre nos sorprendían, ya fuera una ensalada mixta, verduras al vapor, lasaña, puré de patatas o ternera con verduras y arroz. También había siempre algo de postre, como yogur, tarta casera de plátano o flan.
Habitualmente, tras las sesiones de snorkel, salíamos arrugados como pasas y con el frío en el cuerpo. Afortunadamente, el chef solía servirnos algún aperitivo o algún dulce acompañado de bebidas calientes (té y/o café) para entrar en calor.
En definitiva, comida rica y variada para un crucero en el que bajar de peso no hubiera sido tarea fácil.
3. Ocio nocturno (y diurno)
Durante el crucero por las islas Galápagos ya hay bastantes actividades para mantenerse ocupado durante el día. A pesar de ello, hay más momentos de ocio que pueden utilizarse de la manera que cada uno elija.
Entre actividad y actividad hay siempre ratos muertos que, aparte de comer, pueden servir para echarse una siesta, leer, charlar con los compañeros o tomar el sol en la cubierta del catamarán. Todo ello animado por las animadas canciones de cumbia o salsa que solían resonar por la embarcación.
Siempre hay momentos de ocio y descanso a bordo de la embarcación. Foto por View Apart, vía Shutterstock
A veces, había que navegar algunas horas durante el día entre isla e isla, así que los tiempos de ocio se prolongaban. En esos momentos, aprovechaba también para ir a mi camarote y escribir mi diario o descargar y organizar fotos en mi ordenador.
Por la noche, tras la cena, que se servía relativamente pronto, era costumbre quedarse a charlar con los compañeros y jugar a cartas u otros juegos.
Finalmente, cuando pasábamos la noche cerca de alguna ciudad, como Puerto Baquerizo Moreno o Puerto Ayora, Daniel nos acercaba hasta allí y aprovechábamos para tomar algo o jugar al billar en alguno de los bares locales. También era un buen momento para conectarnos a Internet, puesto que no había conexión en el catamarán.
4. Las propinas en un crucero por las islas Galápagos
En un crucero por las islas Galápagos, suele dejarse algo de propina y, aunque los precios sean bastante altos de por sí, la verdad es que los profesionales se lo merecían.
La actitud y los conocimientos del guía fueron impecables, y la comida que tuvimos a lo largo del crucero fue excelente.
Al final de mi cuarto día, 6 compañeros de los 9 que éramos, terminaron su crucero en Santa Cruz (al día siguiente llegaron otros 7). A mí me quedaban aún 4 días más de aventura, pero decidimos que todos dejaríamos algo de propina en ese momento para zanjar el tema.
Sin saber qué cantidad era la más adecuada, acabamos dejando 50 euros por persona. No es una cantidad tan alta como la que suele dejarse, por ejemplo, en el trekking del Kilimanjaro (ya que las circunstancias de la actividad y de los trabajadores son muy diferentes); pero, aparentemente, la cifra dejó satisfecho a todo el equipo.
5. Consejos y recomendaciones
- Es buena idea pedir un camarote/cabina que esté lejos del motor de la embarcación. Si no, tendrás ruido constante durante los desplazamientos. En ese caso, a menos que el rugir constante del barco se convierta en un elemento relajante que te facilite el sueño (como me pasó a mí), puede que sea una verdadera pesadilla.
- Lleva tu propio equipo de snorkel (máscara, tubo y aletas). Te costará menos comprar uno nuevo que alquilarlo por unos días.
- Recuerda que las aguas en Galápagos son frías (por la corriente Humbell del Polo Sur), con lo que, al hacer snorkel o bañarte en sus playas, cogerás bastante frío y, en menos de una hora, estarás tiritando. Por suerte, las agencias lo saben y te ofrecen algo de comer y una bebida caliente al salir del agua.
- Si tienes una cámara acuática, es el momento de llevarla contigo (o comprar una). Vas a bucear, bañarte en playas preciosas y ver animales marinos que, tal vez, nunca hayas visto antes. No lo desaproveches.
6. Algunas fotos más de las islas Galápagos
En un post normal, no hay espacio suficiente para mostrar visualmente la infinita belleza que ofrecen estas islas.
Por ello, si te apetece ver más imágenes de las islas Galápagos, te recomiendo que cliques aquí para ver mi post fotográfico (disponible en breve) dedicado a ellas. ¡Seguro que te encanta!
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Y hasta aquí, mi guía y relato sobre las islas Galápagos durante mis 8 días de crucero.
Espero que te haya gustado y que, si algún día visitas este increíble lugar, te sea de utilidad.
Y ahora, es tu turno para que des tu opinión ¿te ha gustado el artículo? ¿Tienes alguna pregunta? ¿Has visitado las Galápagos y quieres añadir alguna cosa?
Quedo pendiente de tus comentarios. Siempre es un placer leerlos.
Hola Ubay,
Realmente sorprendente, este viaje,,, Si,la verdad,vale la pena,de disfrutar con esta naturaleza de especies,poco comunes, Y Muy diferentes, además, conviviendo , variedad de especies,,,
Me ha gustado mucho de leerlo tú post, desconocía esa fauna,maravilla, en estos archipiélagos,,,,
Espero que sigas muy bien Y te encuentres fenomenal,,,,Un año,un poco (bastante) diferente,,,
Un cordial y afectuoso saludo,
Hola Toñi,
Sí, la verdad es que Galápagos es un lugar que merece la pena disfrutar. Es caro, pero si te gusta ver flora y fauna endémica, no hay lugar igual. Vale la pena ahorrar y darse ese gusto.
Un fuerte abrazo, con o sin mascarilla.