
explorando una isla tropical en solitario bajo la lluvia
¿Te gusta viajar?
Si es así, ¿Has viajado alguna vez solo?
Y, por último, ¿Se te ha ocurrido explorar una isla tropical en solitario durante la época de lluvias?
Si las respuestas son afirmativas probablemente seas como yo, un viajero temerario que prefiere aventurarse por su cuenta antes que quedarse en casa por falta de compañía. Y eso es lo que hice durante mis primeros meses en la Isla de Mayotte (sureste de África), cuando apenas conocía a nadie. El único problema es que Mayotte es una isla tropical que a mi llegada estaba en plena época de lluvias. Aún y así, preferí arriesgarme a salir antes que no hacer nada y lamentar luego haberme perdido un día precioso.
Lógicamente, sufrí las consecuencias de mis actos:
1. Por tierra
Durante una excursión circular por el centro de la isla, por ejemplo, antes de llegar a la mitad de la ruta ya estaba perdido, pues los senderos estaban pésimamente indicados y la vegetación era densa y espesa. No tenía machete ni GPS y la única ayuda que encontré fue la de un palo, que situaba delante de mí para no toparme con la gran cantidad de telarañas que había por todo sendero. De repente, el sol desapareció y empezó a llover aunque, por suerte, me encontraba protegido bajo árboles y bambú. Normalmente las tormentas tropicales duran poco tiempo pero tras más de una hora de espera decidí dar media vuelta, ya que la lluvia era cada vez más fuerte y una espesa niebla se estaba acercando a toda velocidad del otro lado. Como estaba perdido, me arriesgué a tomar otro sendero y, después de cruzar un río dos veces (sin puente alguno), bajé por una montaña y encontré una casa en medio del bosque, donde pregunté a dos lugareños si sabían dónde estaba el camino de vuelta. No entendían ni papa de lo que decía, así que volví hacia atrás, subí de nuevo por la montaña y volví a cruzar el río.
Empezó a entrarme el miedo en el cuerpo cuando vi que se estaban formando cascadas que bajaban a toda velocidad por la colina en la que me encontraba, así que volví a cambiar de sendero. Por desgracia, tras media hora más, me di cuenta que me había vuelto a equivocar. No encontraba el camino y seguía lloviendo a raudales. Además, se estaba haciendo tarde, por lo que empecé a plantearme tener que pasar la noche la selva. Seguí avanzando por un estrecho camino y, tras caerme un par de veces a causa del barro y quedar hecho unos zorros, vi unas balizas que indicaban el camino correcto. Entonces, la lluvia empezó a disminuir y, por fin, empecé a ver el pueblo de Bandrélé, mi punto de partida. En ese momento me calmé y, al poco, conseguí llegar al lugar donde tenía el coche aparcado. Eso sí, mi riñonera estaba mojada, mi libro de trekking parecía una esponja y yo, un espantapájaros. Terminé la tarde yendo a la playa, donde me bañé con la ropa y las zapatillas puestas para intentar sacarme de encima el barro que me cubría de la cabeza a los pies.
2. Por mar
Cosas similares me ocurrieron también en el mar, como cuando un fin de semana tomé un kayak prestado y me dirigí al pueblo de M`tsamoudou, en el sureste de la isla. Desde allí se puede acceder al paradisíaco ilôt de sable blanc, un pequeño banco de arena fina situado a unos seis kilómetros de la costa. El día estaba parcialmente despejado y podía remar en la buena dirección siguiendo las referencias visuales que tenía frente de mí. De repente, las nubes llegaron y me atacó una súbita lluvia tropical que, a pesar de todo, no me impedía seguir remando. Poco a poco la intensidad de la lluvia fue aumentando, lo cual no me daba ningún miedo, pues el kayak no suele hundirse por mucha agua que caiga. Las cosas cambiaron cuando dejé de tener visibilidad en cualquier dirección que mirase. Estaba totalmente perdido así que, tras remar un buen rato, decidí quedarme quieto hasta que pudiera ver algo. Finalmente, cuando empecé a recuperar la visibilidad, ¿Sabéis qué vi? Que me había pasado de largo, muy de largo. Al final, en lugar de remar dos horas para llegar a mi destino, acabé remando cuatro. Y luego quedaba aún la vuelta, otras dos horas más. Llegué a casa reventado y hambriento pero, por suerte, aún vivo.
Esto es lo que pasa cuando exploras una isla tropical en solitario en época de lluvias
¿Y tú? ¿Has hecho alguna tontería o temeridad durante alguno de tus viajes? ¡Este es el momento y el lugar adecuado para compartirlo! ¡No dudes en dejar un comentario!
En cualquier caso, como que un video vale más que mil palabras, os adjunto un montaje audio-visual de 3 minutos donde veréis de forma más gráfica las historias que os acabo de contar ¡Disfrutad de mis temeridades y no intentéis repetirlas durante vuestro próximo viaje!
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