Este es un artículo dedicado a los terapeutas en el sentido más amplio de la palabra.
Es un artículo para fisioterapeutas, osteópatas o médicos. Pero también para psicólogos, logopedas o dentistas. Es incluso para hipnoterapeutas, coach, astrólogos, quiroprácticos, enfermeros, podólogos, nutricionistas o terapeutas ocupacionales.
En general, se trata de un artículo dedicado a toda aquella persona que, de forma habitual o puntual, remunerada o no, se ha hecho cargo de otra persona con el objetivo de consolarla, ayudarla o mejorar su salud.
A continuación, encontrarás las características que, a mi entender, atesoran todas aquellas personas que, de corazón, tienen alma de terapeuta.
Échales un vistazo si ya eres terapeuta. Puede que te dé alguna idea, te reafirme en tu profesión o incluso haga replantearte tu futuro profesional. Si no eres terapeuta y te sientes reflejado, tal vez descubras tu verdadera vocación. Finalmente, si eres paciente, sabrás si tu terapeuta cumple con los requisitos que considero indispensables.
Para mí, las 10 cualidades de un buen terapeuta son las siguientes…
1. Escucha a sus pacientes y manifiesta una gran receptividad
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Un buen terapeuta sabe escuchar a sus pacientes. Pero no sólo aquello que dicen, sino también aquello que hacen y aquello que son.
Lo que nos cuenta un paciente durante la anamnesis o historia clínica es fundamental. Pero también lo es la forma en que camina y se mueve, la forma en que nos mira o el tono de voz con el que nos responde. Todo lo que emana del paciente es importante, y un buen terapeuta sabe tenerlo en cuenta.
Para poder escuchar la globalidad de un paciente, hay que estar en un estado receptivo óptimo que trasciende el pensamiento racional. ¿Por qué? Porque la mente suele bloquearse, engañarnos y usar patrones repetitivos cerrados que nos impiden avanzar o encontrar soluciones.
Cuando nuestra mente está libre, tranquila y sosegada, conseguimos operar de forma simultánea con otros canales perceptivos, como la intuición, y logramos una atención plena que nos permite percibir mucha más información.
Desde este estado de receptividad somos más eficaces a la hora de captar detalles sutiles, relacionar datos y encontrar soluciones ingeniosas que antes no podíamos ver
2. Sabe realizar un buen diagnóstico
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Un buen terapeuta sabe que una de las claves del éxito de la terapia es un buen diagnóstico.
Si acudes a cualquier tipo de terapeuta (médico, psicólogo, fisioterapeuta, osteópata…) y éste empieza a tratarte sin antes haber hablado contigo y haberte hecho multitud de pruebas, preguntas y tests, mejor que salgas corriendo.
Un terapeuta que se limita aplicar técnicas no es más que un operario de fábrica, capaz de solucionar ciertos problemas generales, pero potencialmente peligroso e incapaz de dar respuesta a problemas complejos.
Un terapeuta capaz de hacer un buen diagnóstico, mejora sobremanera su eficacia, pues conocerá cuál es el problema y sabrá exactamente dónde y cómo aplicar su acción terapéutica.
3. Utiliza de forma equilibrada sus conocimientos y su experiencia
Un buen terapeuta no sólo debe atesorar una gran cantidad de conocimientos técnicos teóricos y prácticos (anatomía, fisiología, semiología y patología…).
También debe acumular experiencia y, con el paso de los años, utilizarla para perfeccionar su razonamiento clínico y mejorar la eficacia de sus tratamientos.
Un terapeuta que, además de saber escuchar a sus pacientes y realizar un buen diagnóstico, integra simultáneamente sus conocimientos y su experiencia es capaz de dar soluciones a problemas complejos. ¿Por qué? Porque comprende la naturaleza de la disfunción y, por tanto, sabe aplicar con eficacia la mejor técnica o acción terapéutica en cada caso.
4. Usa el poder de la intención
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Un buen terapeuta, además utilizar sus conocimientos y su experiencia, conecta y empatiza con el paciente de forma humana con un único y honesto propósito: ayudarle a mejorar de sus dolencias.
Esa intención o voluntad sincera de ayudar al paciente es un pilar fundamental en la eficacia del tratamiento, ya que, por sí sola, activa el proceso de curación.
Cuando un terapeuta pone la mano sobre un paciente (en caso de terapia manual) y focaliza su atención en su curación, se ponen en marcha cambios sutiles a nivel energético, subatómico, celular… que van dirigidos a la mejora de sus dolencias. Y eso, tarde o temprano, tiene una incidencia positiva en la salud y la clínica del paciente.
Un terapeuta que trabaja con el poder de su intención (además de los puntos anteriormente comentados) da un salto cualitativo en la eficacia de sus tratamientos.
5. Sabe implicar al paciente en el proceso de curación
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En cualquier disciplina terapéutica, saber implicar y motivar al paciente es básico para tener éxito.
La actuación y las competencias del terapeuta representan, tal vez, la mitad del proceso terapéutico. El resto depende, efectivamente, del paciente.
Así pues, un buen terapeuta hace que sus pacientes participen y se impliquen al máximo en sus tratamientos.
Y es que, cuando un paciente es consciente del problema que tiene, sabe por qué lo tiene, confía en su terapeuta y alberga la firme voluntad de mejorar de sus dolencias, las probabilidades de éxito o curación aumentan exponencialmente.
6. Es humilde y es consciente de que él no cura
Muchos terapeutas, a medida que mejoran profesionalmente, tienden a desarrollar cierta arrogancia e incluso la falsa creencia de que son responsables directos del proceso de curación del paciente.
Un buen terapeuta es humilde, y sabe que el último responsable de la curación es el propio paciente. Por tanto, es consciente de que, en ocasiones, nada puede hacer para lograr dicha curación. Por muchos conocimientos, experiencia y talento que tenga.
Es más, a veces, la enfermedad es un proceso necesario para la evolución y el crecimiento espiritual del paciente. Y eso es algo difícil de aceptar y comprender tanto para el terapeuta como para el propio paciente.
Mi experiencia como terapeuta me dice que la humildad y la aceptación suelen ser más eficaces a la hora de conseguir resultados que la arrogancia y el exceso de control.
7. Busca la excelencia de forma continua
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Un buen terapeuta busca la excelencia de forma continua en todos los aspectos.
Cuando es estudiante suele dedicarse en cuerpo y alma a sus estudios. Y aunque sacrifique parte de su vida social y familiar, sabe que todo ello valdrá la pena cuando esté frente a un paciente y, gracias a ello, sepa dar respuesta a sus problemas.
Cuando ejerce su profesión, se forma continuamente en nuevas técnicas, descubrimientos o, simplemente, en revisar y no olvidar lo que ya sabe. Y también se esfuerza por no caer en la ejecución repetitiva de técnicas y protocolos, sino que intenta innovar y probar nuevas formas de tratar a sus pacientes.
Por último, asume que su profesión es un reto y una responsabilidad de por vida que implica, en muchas ocasiones, trabajar bajo presión y hacer ciertos sacrificios.
8. Sabe que ejerce una de las más grandes profesiones que existen
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Las más grandes profesiones que existen son aquéllas que ayudan al prójimo a desarrollar la versión más grande de sí mismo.
Según esta definición, la profesión de terapeuta es, sin duda, una de ellas.
Cuando ejerces como terapeuta, enriqueces la vida de cada uno de tus pacientes, mejorándola de una forma u otra. Del mismo modo, cada uno de tus pacientes te enseña cosas que te convierten en una persona mejor. Este proceso interpersonal de mejora recíproca es la forma más eficaz de contribuir a crear una sociedad y un mundo mejor.
De hecho, cualquier profesión, realizada de forma adecuada, tiene ese potencial. El potencial de mejorar la vida de las personas y del mundo en el que vivimos.
En mi caso, como terapeuta que soy, siento que cuando ejerzo mi profesión de forma honesta y con el corazón, estoy ejerciendo una de las más grandes profesiones que existen.
9. El dinero es una motivación secundaria para él
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Un buen terapeuta ama su profesión y, por tanto, disfruta haciéndola. Por ello, si no necesitase dinero para vivir, seguiría, con toda seguridad, ejerciendo como terapeuta.
Desgraciadamente, en un mundo regido por parámetros económicos, necesitamos dinero para vivir, con lo cual, solemos estar obligados a trabajar por dinero. No obstante, la motivación principal de un buen terapeuta es el placer de servir y ayudar al prójimo a recuperar su salud.
En el momento que el dinero se convierte en nuestra motivación primaria, dejamos de ser terapeutas: nos convertimos en hombres de negocios utilizando la terapia como medio para enriquecernos.
¿Y qué ocurre entonces? Que el objetivo deja de ser la curación del paciente. Es más interesente, económicamente hablando, tener muchos pacientes. Y si son de larga duración, mejor.
En ese momento se tienden a traspasar todos los límites éticos, pues se deforma nuestra forma de ver las cosas. ¿En que sentido? Hoy en día, por ejemplo, los terapeutas no se preocupan de ver gente sana ni se alegran de ver sus consultas vacías; quieren ver pacientes enfermos y consultas llenas. Para poder seguir ganando dinero, claro.
Eso suele derivar en: abusos, engaños, estafas y, en general, mala praxis profesional. ¿Quieres más ejemplos? Piensa en las farmacéuticas que se niegan secretamente a comercializar medicamentos que curan para vender aquéllos que crean pacientes crónicos y dependientes. Piensa en cuántos cirujanos habrán realizado operaciones que realmente no eran necesarias. O piensa en cuantos fisioterapeutas han pedido prescripciones médicas para poder seguir tratando pacientes que no necesitan tratamiento.
10. Es un idealista y un romántico
El terapeuta que cumple todas las cualidades anteriores se convierte, necesariamente, en un idealista y un romántico. Tal y como he ido describiendo, éstas son algunas de las ideas que suele desarrollar:
- Desearía poder trabajar por placer y no pedir dinero a sus pacientes.
- No desea enriquecerse de forma prioritaria sino servir a ayudar a sus pacientes y, por tanto, a la sociedad y al mundo en general.
- No se obsesiona con llenar la consulta, sino que le pide al universo que le traiga a aquellos pacientes que realmente lo necesitan y a los que puede ayudar, algo que suele darse de forma natural.
- Percibe la terapia como una relación de mejora personal recíproca entre él y sus pacientes.
- Es honesto y sabe dónde están sus límites, con lo cual, no duda en derivar a otros colegas o profesionales cuando no es capaz de ayudar.
- Lo da todo por sus pacientes, pero no quiere ser perfecto. Sabe que, como las parejas, el mejor paciente para una persona, puede no serlo para otra.
- Asume que, a veces, la enfermedad es parte del proceso de evolución de la persona y, por tanto, acepta y asume que la curación no siempre es posible.
- Ama su profesión y busca la excelencia para realizarse y sentir que su profesión es una de las grandes profesiones que existen.
¿Y tú? ¿Reúnes las cualidades de un buen terapeuta? ¿Las cumple tu terapeuta de referencia? ¿Añadirías (o quitarías) alguna? Me encantaría conocer tu opinión.
Hola Ubay:
Interesante artículo como de costumbre. Muy recomendable para tenerlo en cuenta a la hora de trabajar y no descuidar detalles. Lástima que en esta profesión a veces se trabaje tanto que a veces dé la impresión de que estás en una cadena de montaje y los pacientes pasen como piezas una detrás de otra.Cuando estás saturado de trabajo es muy dificil estar fresco para tener en cuenta siempre estas 10 cualidades.
Por esto, recomendaría a los profesionales que intenten no caer en la monotonía e intenten ver a cada paciente totalmente distinto al anterior (aunque la patología sea la misma habrá mil factores distintos) y una buena forma de hacerlo es siguiendo estas pautas que Ubay nos cuenta.
Un saludo, sigue asi
¡Hola Juanphrey!
Gracias por tu comentario y por tus palabras.
Como bien dices, no es fácil trabajar siguiendo estas pautas, especialmente cuando la agenda está llena. Sin embargo, cuando no las tengo en cuenta, me invade una sensación de vacío con la que se me hace muy difícil lidiar. Además, cada paciente es único, y se merece que lo tratemos al 100% de nuestras capacidades. Por tanto, espero que este artículo, despierte las conciencias de aquellos terapeutas que, en algún momento se olvidan de darlo todo por nuestro más preciado tesoro: nuestros pacientes.
Excelente articulo, Soy terapeuta holistica y este año comencé a dictar cursos de entrenamiento en distintas disciplinas. Tomo este texto (respetando la autoria) para los egresados de este año junto con algunos conceptos de Osho porque me pareció muy inspirador. Namaste.
¡Hola Miriam!
Felicidades por tu proyecto como profesora en distintas disciplinas terapéuticas.
Será un placer que mi texto pueda ayudar a futuros terapeutas a ser mejores profesionales y a desarrollar la conciencia y los valores necesarios para ejercer esta profesión tan importante y gratificante.
Espero estas 10 ideas que he ido recabando con el paso de los años puedan inspirar a los terapeutas del mañana. Si los profesionales que he conocido los aplicaran, podríamos aportar mucho más a nuestros pacientes.
Gracias por el detalle y el tacto de comunicar tus buenas intenciones y el uso de mi texto.
Un abrazo
Hola Ubay,
Me encanta tu blog, Me siento muy identificada con él y este artículo es realmente genial.
Soy dietista-nutricionista y, sin duda, me quedo con los puntos 6 y 7. La humildad, la aceptación y ese afán de «mejora continua» son claves para ejercer nuestra profesión.
Sin embargo, muchas veces podemos caer en el perfeccionismo que comentabas al final.. La autoexigencia puede alejarnos de la satisfacción y lo verdaderamente importante. Es fundamental, desde luego, darlo todo por nuestros pacientes, sin pretender ser perfectos.
Al final nuestra misión es enriquecer a nuestros pacientes y contribuir con nuestro amor y conocimientos a la sociedad para hacer un mundo mejor, con más salud y mayor felicidad.
Gracias!!!
Bárbara
Hola Bárbara
Gracias por tus palabras…
Me alegro que te guste el blog y que te hayas sentido identificada con este artículo.
Estoy de acuerdo con tus reflexiones y aportes, estoy seguro que, con tu forma de enfocar tu labor terapéutica haces un gran trabajo y una importante contribución social.
¡Un fuerte abrazo y gracias por compartir!
Muy interesante,Soy estudiante para acompañante terapéutico. Recién empiezo y creo que tengo mucho que aprender…
Hola María,
Mucha suerte con tus estudios. Y no te preocupes, a todos nos queda mucho que aprender. Lo paradójico es que, cuánto más aprendes, más te das cuenta de ello.
Un abrazo