7 Semanas en la Isla de Guadeloupe dieron para mucho. Y, como en toda experiencia, siempre hay momentos buenos y malos, puntos álgidos y bajos. En este post os voy a contar cuales fueron estos dos momentos contrapuestos durante mi estancia en el caribe francés.
Mi mejor experiencia: las cascadas Moreau
Mi mejor experiencia en Guadeloupe fue, sin duda, el contacto con la naturaleza. Y es que esta isla lo tiene todo a ese nivel: playas de blanquísima arena y preciosos cocoteros; aguas cristalinas con espléndidos corales y bellas montañas adornadas de exuberante vegetación. También hay volcanes activos, termas de agua caliente y preciosas cascadas. Y se puede realizar todo tipo de actividades en el medio natural, desde buceo hasta trekking, pasando por barranquismo o surf. Es por ello que resulta difícil escoger algo en particular dentro de este amplio repertorio. Pero puestos a elegir, me decantaría por la excursión que hice hasta la cascada Moreau.
El trayecto transcurre en medio de la jungla tropical y requiere, entre otras cosas sortear grandes raíces y cruzar algunos ríos. En aquel momento, además, era época de lluvias, lo cual hizo que tuviéramos que pasar por verdaderos barrizales que, en ocasiones, llegaban a cubrirnos las piernas hasta las rodillas (creo que soy un poco masoquista). Después de 3 horas de dura travesía, más propia de un entrenamiento militar que de un paseo turístico, la maleza se abrió para dar paso al salto de agua. En aquel momento nuestro esfuerzo se vio recompensado con impresionantes vistas de un enorme salto de agua dividido en tres caídas que discurrían por paredes de granito cubiertas de exuberante vegetación. En la falda de la cascada, reposaba una fresca piscina en la que pudimos darnos uno de los mejores baños que recuerdo. Para enmarcar.

Cascada Moreau
Mi peor pesadilla: la “maldición” del coche
Por otro lado, mi peor pesadilla o mi peor experiencia durante las 7 semanas que pasé en las antillas fue la “maldición del coche”. Creo que debí ser objeto de algún tipo de hechizo o mal de ojo, pues todo aquello relacionado con la conducción y los vehículos acabó siendo un verdadero quebradero de cabeza. Para empezar, alquilé un pequeño Clio nada más llegar a la isla. El coche funcionaba pero presentaba algunos problemas: le costaba arrancar, el parachoques frontal se caía y el maletero no se abría, que era lo que más me fastidiaba. Para solucionar esto último, le escribí varios emails al responsable, que me prometió repararlo lo antes posible.
Pasaron los días y la reparación no llegaba. Mientras tanto, el gerente me pidió varias veces por email la copia de mi carnet de conducir para formalizar el contrato. La historia se fue repitiendo durante 15 días: yo le escribía para exigir la reparación mientras él insistía en pedirme el carnet de conducir. Al final nos llamamos por teléfono y le dije que no le daría nada hasta que no arreglase la avería. En ese momento, el buen hombre se puso a gritar insultándome y mandándome a la mierda. Luego, pocas horas después de haberme colgado en las narices, se presentó en mi trabajo acompañado de un amigo suyo. Cuando mis compañeros me advirtieron de su presencia, salí a verle y me pidió que le entregase las llaves de inmediato. Al yo negarme, se empezó a poner violento de nuevo mientras me enseñaba la pieza que faltaba para hacer la reparación y me dijo: “Ves, ahora ya tengo la pieza, pero me llevo el coche igualmente”.

El taxi de las llaves perdidas
Finalmente, tras usar todas mis armas de mediación intenté hacerle ver que era sería mejor para todos llegar a un acuerdo y accedí a darle la llave si me prometía que me repararía el maletero allí mismo. Él aceptó y volví con el paciente que estaba tratando. Hice mal de confiar en él, pues cuando terminé la sesión y salí a la recepción vi que había vaciado el coche y se había largado con él dejando mis enseres personales en el suelo. Por suerte, tuvo el detalle de dejarme un cheque con la parte proporcional de los días no consumidos.
Esa noche tuve que pedir a un compañero que me llevara a casa y, al día siguiente, llamé por lo menos a 10 agencias de alquiler para encontrar otro vehículo: no había nada disponible. Finalmente tuve la suerte que un paciente, taxista de profesión, se iba de vacaciones y me alquiló uno de sus taxis a buen precio antes de su partida.
Parecía que ahí acababa todo, pero aquello no era más que el principio. El fin de semana siguiente me fui solo a ver unas recónditas cascadas. Dejé el taxi en una explanada y avancé por la jungla hasta llegar a unas enormes rocas. Sólo llevaba conmigo las llaves del coche y mi cámara acuática. Fui avanzando por las piedras de granito que llevaban hasta la cascada en cuestión, cuando, de repente, uno de mis pies resbaló súbitamente. No caí, pero para equilibrarme realicé un movimiento brusco con mis brazos que hizo que la llave del coche saliera disparada a unos 10 metros de mi posición.-No pasa nada-pensé-. Ahora voy, la busco y la recojo. A los 5 segundos de pensar eso, empezó a diluviar como por arte de magia y, 10 segundos más tarde, las rocas quedaron cubiertas de cascadas que descendían hasta el río llevándose, sin duda, la llave con ellas.
“El arrendador de mi vehículo se presentó a mi trabajo y se llevó el coche. Por suerte, un paciente taxista me alquiló uno de sus taxis”
Pasé las siguientes 2 horas buscando la llave sin éxito hasta que empezó a hacerse de noche, con lo cual tuve que desistir en mi empeño. Acto seguido, resignado, volví hacia el coche pensando que tendría que romper el cristal para coger el móvil y pedir auxilio. Por suerte, como soy un cabeza de chorlito, había dejado la puerta abierta. En aquel lugar no había nadie, era una zona aislada por la que no pasaba ni un alma. Al final tuve que llamar a Gil, el propietario de mi apartamento de alquiler, para que viniera a buscarme expresamente en medio de la de noche.
Al día siguiente llamé a la grúa para que fuera a buscar el coche e intenté contactar con el señor taxista, cuyo móvil estaba inactivo. Cuando al final di con él, 2 días más tarde, me dijo que no tenía llave de recambio así que tuve que ir al concesionario para que hicieran una copia de la llave, sin tener la llave. Este proceso es, por supuesto, más lento y muchísimo más caro. Tardaron 9 días en tenerla lista. Durante ese tiempo conduje 8 coches diferentes, 7 de ellos pertenecían a mis compañeros de trabajo, que me prestaban el suyo por turnos cuando debía trabajar a domicilio. Sin duda debieron acabar hartos de aquel españolito temerario con ganas de aventura. El octavo coche me lo alquiló el señor taxista por pena cuando volvió de vacaciones, ya que regresó antes de que la llave de su taxi estuviera lista.
“Tras perder las llaves del taxi tuve que esperar 9 días más. En ese tiempo, conduje 8 coches diferentes”
La historia terminó una semana antes de mi partida de la isla. Ese día llamó al centro el arrendador que me había quitado el coche de malas maneras. Seguía exigiendo una copia mi carnet de conducir. Por lo visto, me habían puesto una multa cuando aún tenía su coche, y sin este documento debería pagarla él. Por suerte el teléfono lo cogió Marc, mi jefe, pues de otro modo, tal vez le hubiera devuelto los insultos e improperios que me había regalado semanas atrás. Nunca más volvió a llamar y, lógicamente, imagino que él pagó la multa porque no fui yo quien lo hizo.
¿Alguna vez has tenido tan mala suerte con los coches?
Que pasada!! Apenas he leído tu «sobre mi» y me ha encantado!!! Y el blog es ideal y muy interesante me gusta tu visión y creo que definitivamente triunfará.. Aquí tendrás una fiel lectora me gusta conocerte y espero conocerte más!!
Como compañera y lectora.. Un abrazo muchos éxitos y repito tu blog una pasada!!! Espero llegue a mucha gente!! Un abrazo!! Muacks
Gracias Ninette! Espero, pues, que sigamos en contacto y que sigas disfrutando del blog. Yo desde luego, lo hago con el tuyo 😉 Un fuerte abrazo!!
Muy buenas Ubay,
te dije que pasaría a ver tu blog. Y lo prometido es deuda.
Felicidades por el lanzamiento. Comparto totalmente tu visión de la vida. Viajes y libertad.
Te seguiré de cerca.
un abrazo Ubay
Hola Alejandro!
Bienvenido al blog! Me alegro que compartamos visión de la vida. Así pues, espero aportarte cosas positivas con mis artículos y que sigamos en contacto. Yo también voy a seguirte, además, espero esa pequeña «biblia» de las finanzas que estás preparando.
Un abrazo y hasta pronto!!
Tanto tanto como una biblia, te has pasao un poco. 🙂
Con que sea útil me doy por satisfecho.
un saludo