El amor es bonito, estimulante y maravilloso.
De hecho, dar y recibir amor es lo mejor que tiene la vida.
Sin embargo, no debes creer todo lo que dicen acerca de él, porque el amor es una potente arma de doble filo. Y si no sabes utilizarlo correctamente, puedes acabar cortándote.
Uno de los falsos tópicos sobre el amor es que: “uno se enamora cuando el amor llama a tu puerta” o “cuando Cupido lanza su flecha”. Es como si no pudieras hacer al respecto, como si todo escapara a tu voluntad.
Pues temo decirte que no es así, y continuación te cuento por qué.
La verdad es que…
Enamorarte depende sólo de ti, ¡por suerte!
Porque enamorarse es demasiado importante como para dejarlo en manos de Cupido. Y al final, por mucho que el universo, la vida y el destino te lo pongan en bandeja, eres tú el que decide (o no) enamorarse.
Sí, me dirás que no pudiste evitarlo. Que la atracción que sentiste era demasiado fuerte. Que llegó persona la adecuada en el momento oportuno. Que supiste que era él o ella desde el momento en que la viste.
Te entiendo, y te creo. Pero, a fin de cuentas, fuiste tú quien abrió la puerta al amor para dejar que pasara. Es más, lo invitaste a sentarse y a tomarse un café contigo. Y no sólo un día, si no varios. Hasta que acabaste enamorado.
Cupido haciendo de las suyas. Foto vía Shutterstock
Pero no te engañes, nadie se enamora en contra de su voluntad. Es más, puedes parar ese enamoramiento cuando tú quieras, porque el proceso de enamorarte es progresivo, activo y racional.
Progresivo porque nadie se enamora a primera vista. Los típicos flechazos no son amor, y lo sabes. Es una atracción irracional hacia alguien que te impulsa a acercarte, a conocer y a tener contacto con esa persona con el objetivo tener un romance o, eventualmente, convertirla en tu pareja.
Luego, con el tiempo, vas analizando y calibrando a esa persona detenidamente. Y sólo si las respuestas que obtienes son compatibles con lo que buscas, la vas aceptando en tu universo sentimental hasta que, efectivamente: ¡Bing! Te enamoras.
Activo porque fuiste tú quien lo buscaste, fuiste tú quien abrió la puerta o, tal vez, esa puerta nunca se había cerrado por completo y alguien más acabó cruzándola.
Sí, aquella jovenzuela te encandiló con una sola mirada, pero nadie te obligó a hablar con ella, o a verla de nuevo más tarde, o a albergar esperanzas de un posible amor. Tal vez lo estabas deseando, o quizás no estabas tan bien con tu pareja; pero pudiste haber dado media vuelta y no verla nunca más.
¿Recuerdas aquel atractivo hombre se cruzó entre tú y tu marido? Pudiste ignorarlo, dejar que se fuera y no crearte expectativas. Si acabaste enamorada de él fue porque le seguiste la corriente, dejaste que se metiera en tu vida y acabaste presa del amor. Sólo tú sabes por qué lo hiciste: tal vez no eras feliz en tu matrimonio y estabas predispuesta a tener una aventura.
Y racional porque es tu intelecto quien acaba diciendo: ¡Me enamoré de él o de ella! Y lo harás después de haber conocido con pelos y señales todas las facetas de la otra persona. Incluso si la atracción hacia esa persona es irracional; aunque la ames sin saber por qué, habrás llegado a la conclusión que, efectivamente, la amas.
Al final, enamorarte depende sólo de ti, no lo olvides. Foto vía Shutterstock
Los peligros de invertir la lógica del amor
Pero estoy de acuerdo contigo. Con que te hayas enamorado.
Creo que es perfectamente lícito que abrieras tu puerta al amor. Está bien que te dejaras enamorar por aquella despampanante mujer, que dejaras a tu marido por aquel hombre maravilloso o que te fueras con la chica que creíste que era la mujer de tu vida.
En general, es maravilloso abrirse al amor y dejar que pase con toda su fuerza.
Pero si lo haces, sé sincero, directo y transparente con todo el mundo. Especialmente con terceras personas que puedan estar implicadas. Pero también contigo mismo, porque el amor puede ser muy doloroso si lo gestionas mal o lo confundes con otra cosa.
Como decía antes, el enamoramiento es un proceso progresivo, activo y racional que lleva al amor. Querer llegar a él desde el camino contrario, suele crear confusión y sufrimiento. Y suele llevarte a muchos sitios, pero no al amor verdadero.
Si tu enamoramiento no es progresivo, es porque has ido demasiado rápido. Y yendo rápido no es posible conocer a fondo la persona que dices amar. Si conocernos a nosotros mismo puede llevarnos toda una vida, ¿cuánto tiempo puede llevarte conocer a otra persona? Entonces, no tengas prisa; no te enamores de alguien antes de conocerlo, pues tarde o temprano acabarás descubriendo quién es. Y es muy posible que lo que encuentres no te guste.
Si tu enamoramiento no es activo es porque otra persona toma ha tomado la iniciativa de elegir y luchar inicialmente por la relación. Pero recuerda, sólo tú debes elegir quien entra en tu vida. Por tanto, aunque adoptes una actitud pasiva, no dejes de seleccionar y conocer activamente a la persona que desees. Y no temas decir que no. De lo contrario, acabarán imponiéndote relaciones desde fuera y terminarás con personas que nada tienen que ver contigo.
Y si tu enamoramiento es irracional, puede que sea fruto de una fuerte pasión u atracción entre ambos. Y eso es maravilloso, pero intenta que todo ello no nuble completamente tu razón y haga que vayas deprisa y a lo loco. El corazón no tiene por qué estar reñido con la cabeza.
El amor es un caballo desbocado
Si te cuento todo esto es porque el amor es un caballo desbocado.
El amor es un caballo desbocado. Foto vía Shutterstock
Pero antes de llegar a él, tienes control pleno sobre el proceso de enamorarte (o no) de alguien. Te acabo de contar por qué.
Puede que la vida atraiga a ti personas maravillosas. Puede que el destino haga que conozcas a alguien fantástico en el momento preciso. Y puede que circunstancias que tú no controlas faciliten un encuentro mágico.
Pero eres tú quien, en última instancia, decide si esa persona continúa en tu vida y llega hasta tu corazón.
Esto es importante porque, una vez te has enamorado, entonces sí que pierdes el control de la situación. Cuando estamos enamorados, las hormonas nos nublan el cerebro, actuamos irracionalmente y hacemos cosas que luego nos parecen absurdas.
Y está bien. Eso es algo fantástico. Es de las pocas cosas que le dan sentido y color a la vida.
Pero antes de dejarte llevar por ese caballo desbocado, procura haber elegido bien a tu compañero de viaje. Antes de volverte loco, asegúrate de que estás al lado de la persona con la que quieres estar.
Si vas a conducir, asegúrate que tu coche tiene frenos. Si te apetece hacer un largo viaje, hazlo en un avión con un par de buenas alas o grandes motores. Y si las cosas se vuelven difíciles, mejor estar al lado de alguien valiente, sereno y justo que de un cobarde, loco y egoísta, ¿no crees?
Tú decides antes de empezar el viaje. Enamorarse puede ser fácil, y depende de ti; pero una vez te has metido en la montaña rusa del amor, la cosa se descontrola, puede ser difícil salir de ella y puedes terminar muy lastimado.
Por tanto, no renuncies a tu responsabilidad y utiliza el poder que tienes porque, tal y como dije al principio, enamorarte depende sólo de ti, ¡por suerte!
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Y tú, ¿qué piensas? ¿Estás de acuerdo en que enamorarte depende sólo de ti? ¿Te has enamorado alguna vez sin poder controlarlo? ¿Te arrepientes de ello o no? ¿Crees que podrías haberlo controlado?
Espero tus comentarios aquí abajo…
P.D. Portada vía Shutterstock
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