Hoy te invito a que hagas las paces, y a que perdones.
Porque vivir la vida en pie de guerra y con rencor dentro de tu pecho no va a llevarte a ningún lado.
Porque vivir con sed de venganza, ira y resentimiento te destruye poco a poco. Primero los nervios, luego el estómago, luego el corazón… y así sucesivamente hasta llegar al cáncer, al infarto y a la muerte.
Porque vivir pensando en todo lo malo que te han hecho –o que te has hecho a ti mismo– es una losa demasiada pesada para vivir con alegría y sin lastres.
Ese lastre del que hablo se va acumulando silenciosamente, sin que te des cuenta, hasta que un día sientes que algo dentro de ti pesa demasiado como para seguir avanzando.
Sin embargo, en alguna ocasión, de forma consciente o inconsciente, harás las paces y perdonarás. Y entonces te darás cuenta de que ese es el camino para ser libre y, por fin, volver a ser feliz.
¿A quién debo perdonar, con quién debo hacer las paces?
Tienes que perdonar a los demás, y tienes que hacer las paces con tus enemigos, con aquéllos que te han intentado hacer daño, o que lo lograron. Pero eso es sólo una parte del trabajo.
También tienes que perdonar al mundo y a la sociedad, si algún día intentaron manipularte, o dañarte, sin aviso ni consentimiento.
Y también tienes que hacer las paces contigo mismo. Sí, también tienes que perdonarte aquello que un día le hiciste a tu persona.
El arte de perdonar. Foto vía Shutterstock
¿Cómo puedo perdonar y hacer las paces?
Esa es la pregunta clave: ¿cómo perdonar y hacer las paces con quién ha intentado destruirme? ¿Cómo estar en paz con la persona –o la entidad– que me ha humillado, agredido, controlado, menospreciado… o vete a saber qué?
Pues te voy a dar tres respuestas.
1. Desde la comprensión
Lograrás perdonar y hacer las paces mediante la comprensión. Intenta comprender el por qué de las cosas. Cuando lo logres, habrás dado el primer gran paso.
Si comprendes por qué fallaste, por qué te agredieron, por qué dejaron de contar contigo o por qué te ocurrió aquella desgracia, tal vez encuentres motivos para empezar a perdonar (y buscar una solución).
Para ello, analiza la situación racionalmente y usa los datos de que dispones; pero, sobre todo, abre tu mente. Si tu mente queda atrapada por tu ego en forma de ira, frustración, tristeza o cualquier otra emoción, permanecerás en tu propio mundo. Y, desde ahí, jamás comprenderás completamente la situación.
2. Desde la empatía
Sólo puedes perdonar y hacer las paces cuando eres capaz de manifestar empatía hacia aquello o aquéllos que te hirieron.
A diferencia de antes, la empatía no es sólo una capacidad racional, es también una capacidad emocional. La empatía requiere que te pongas en la piel de la otra persona, que sientas lo que la otra persona sintió, y que intentes comprender de forma profunda por qué actuó como lo hizo.
Entonces te verás a ti mismo reflejado en el otro; porque, en el fondo, todos somos iguales. Todos podemos, potencialmente, decir, pensar o hacer aquello que otra persona hizo. Porque todos somos humanos, y nuestra Esencia es la misma.
Y entonces, nuevamente, comprenderás, pero desde un punto de vista más amplio. Y es ahí cuando empiezas a perdonar y hacer las paces.
Porque comprenderás que los demás actuaron así a causa de sus propias carencias y limitaciones personales. Carencias que, algún día, se volverán en su contra si no le ponen remedio.
Porque comprenderás que quizás tú mismo actuaste de aquella forma al no saber hacerlo de otra manera. No te culpes por ello. Lo harás mejor la próxima vez. Simplemente, aprende de tus errores y, cuando pagues las consecuencias, piensa que ello te hará más fuerte y sabio para la próxima vez.
3. Desde la aceptación
Finalmente, acepta.
No digo que te resignes o dejes de luchar. Al contrario, sigue batallando y luchando hasta el final. No ceses en tu empeño de mejorar y seguir evolucionando día tras día. Pero acepta.
Tampoco digo que pongas la otra mejilla cuando te golpeen. Apártala, y haz lo necesario para no vuelvan a hacerlo. Pero acepta.
Acepta, porque no siempre podrás cambiar lo que dicen, piensan o hacen los demás. Ni tampoco serás siempre capaz de comprender por qué el mundo es como es o pasa lo que pasa.
Pero tienes que saber que en este mundo no hay nada porque sí. Y que tampoco hay nada por azar, ya que todo está regido por leyes universales inquebrantables.
Al final, todo está en equilibrio; y es para bien, para tu bien, para el bien de todos.
Por lo tanto, acepta las cosas aunque no siempre logres entender el dolor que sufres por el camino. El tiempo te dará la respuesta y, al final del trayecto, sólo quedarán aprendizajes.
Al final del camino sólo quedan aprendizajes. Foto vía Shutterstock
La forma de perdonar y hacer las paces
Cuando has sido capaz comprender, empatizar y aceptar, a tu alma sólo que le queda una única salida natural: la del perdón y la paz, consigo misma y con el mundo.
Cuando has integrado lo que te acabo de contar desde lo más profundo de tu ser, perdonar y hacer las paces es automático. Y podrás sentirlo en tu corazón, en lo más profundo de ti.
Llegado a ese punto, la forma en que quieras manifestar el perdón es irrelevante.
Por ello, no te pido que perdones ni hagas las paces mediante un apretón de manos o un abrazo. Tampoco que lo hagas mediante una carta, un regalo o una fiesta. Hazlo, si realmente es lo que sientes.
Muchas veces, –demasiadas– un acto visible y externo resulta estéril e incluso contraproducente si no se hace con el corazón. Es necesario algo invisible e interno.
Te pido que perdones desde dentro, desde tus entrañas, desde tu plexo solar. Porque tu plexo solar y tu corazón te hablan; y, si escuchas, podrás saber cuándo has perdonado de verdad.
Entonces no te preocupes por nada más, porque el perdón ya habrá llegado. Y demostrarlo nacerá de forma espontánea.
Te surgirá llamar a aquella persona que te ofendió. Te apetecerá reencontrarte con aquella expareja que tanto te hirió. Mostrarás alegría por volverte a aceptar tal como eres. O saldrás afuera, hacia el mundo, con una nueva actitud, por muchas desgracias o dolor que la vida te haya ocasionado.
Y si no surge, no importa, porque, de todas formas, ya habrás perdonado. Ya habrás hecho las paces. Eso es lo importante; porque en ese momento te sientes libre, ligero y feliz. Te sientes limpio y puro. Te sientes alegre y entusiasmado por seguir viviendo la vida en su máxima expresión y, sobre todo, desde el amor.
Y eso sólo tú lo notas; aunque, con el tiempo, también lo acabarán notando los demás, la vida y el mismísimo universo.
Así que, por favor, haz las paces y perdona.
######
Y tú, ¿has logrado perdonar y hacer las paces?
Cuéntanos, ¿a quién perdonaste? O, por el contrario, ¿con quién no has logrado hacer las paces aún?
#####
Nota final: este artículo es parte de mi libro, Secretos de un Maestro Ascendido
Laia dice
Gracias Ubay por tu enriquecedor articulo!
Perdonar es un proceso largo, pero con las herramientas necesarias, es posible.
Una frase que también me gusta mucho cuando pienso en ello es la de: No puedes escribir un nuevo capítulo en tu vida si no dejas de leer el anterior.
Quedarse «atascado»en el pasado no es bueno, perdonar, como tu bien dices, te libera.
Un abrazo!
Ubay Serra Sánchez dice
¡Hola Laia!
Me alegro que te haya gustado el artículo. Y sí, como bien dices, perdonar puede ser una tarea largo y dura, pero no sólo es posible sino necesaria. Sin el perdón, siempre acabamos llevando una pesada losa con nosotros que nos quema y nos corroe por dentro. Y esa carga, acaba siempre por pasarnos factura y limitarnos.
Así pues, intentemos perdonar desde el corazón
Un fuerte abrazo y gracias por pasarte por aquí…
VIVIAN dice
GRACIAS POR EXISTIR Y ENVIARME ESTE ARTICULO, VOY A TRABAJAR SERIAMENTE EN PERDONAR
Ubay Serra Sánchez dice
Gracias a ti Vivian, por leerlo. Espero que te ayude y que puedas llevarlo a la práctica. Si lo logras, estoy seguro de que tu vida dará un vuelco.
¡Un abrazo!
estrada saturnino raul dice
Muy bueno el mensaje maestro. Mi actual mujer hizo las pases con su expareja, luego le conto a su amiga toda la aventura q hisieron en la cama con su expareja. Mi mujer pensaba q yo estaba en la escuela porque era en el horario escolar; yo tuve una hora libre y me fui para mi casa donde vivo con mi muje. Entré sin que nadie me viera entrar a nuestro hogar y luego me escondí en el baño. Yo escuché toda la película q hizo mi mujer con su expareja. Me dolió mucho porque yo confiaba mucho en mi mujer hace doce años q vivo con ese dolor…
Ubay Serra Sánchez dice
Hola Raúl,
Lamento que hayas tenido que pasar por esta experiencia dolorosa. Si has llegado a perdonarla, puedes estar orgulloso de ti. Y espero que hayas podido hablarlo con ella directamente.